No voy a guardar flores muertas
si quieres quedarte
se fiesta viva,
se habla franca;
vístete de ti,
de tus realidades.
Quiero una flor viva junto a mi ventana
la quiero en renuevo,
en añil terreno con espinas dulces,
con perfume añejo
y desdenes suaves;
quiero que me mire
y quiero que me cante;
que sea toda mía y a la vez de nadie,
que me reconquiste cada madrugada;
quiero una flor viva
y la quiero en agua,
nada de raíces,
nada de esperanza.
Quiero una flor viva
que muera entre mis palmas,
marchita y soez,
cínica en mis labios;
que se me desoje en la mirada,
que no tenga sed,
que no pida hambre,
que sea lo que es
y después se marche.
Quiero una flor viva
sin eternidades,
tienes que traerme una
que sea como yo,
siempre reemplazable;
tienes que traerme una
igualita a mí,
real y constante.
En este desierto
quiero flores vivas;
¡cuán corta la vida de la flor que arde!