jueves, noviembre 29, 2007

Mï HºMB®ê ïÐêåL

...Tú...

Lo quiero con cerebro y corazón,
que odie el soccer
y tenga una excelente conversación,
lo quiero de mirada profunda y sonrisa constante,
que me haga reír como nadie,
que ame el arte como a mi
y que también de ciencia sepa algo.

Que sea completamente libre,
ocurrente, risueño, ideático,
que sea sabio y salvaje,
prudente pero apasionado,
lo quiero fuerte pero flexible,
gigante pero accesible,
lo quiero mío por sobre todo,
a mil años luz pero conmigo.

Que sea auténtico,
que no me haga caso,
que me de la contra,
que me desespere,
que me provoque besarlo,
lo quiero en mi locura y a mi en la suya,
lo quiero bohemio,
humanista y arrogante,
lo quiero en sus contrastes,
que sea frío en la temple,
candente en el alma,
lo quiero pequeño a conciencia,
enorme al soñar.

Lo quiero único,
sin egoísmos,
sin fronteras,
infrenable,
lo quiero como sea que quiera ser,
pero lo quiero cálido,
sé que pido demasiado,
es fácil saber lo que se quiere
cuando ya se ha encontrado…

sábado, noviembre 10, 2007

U§TëРǺMP®ëNÐê®å...

...A mi perro...sí, sí no es broma...


Señor usted comprenderá,
que no es mucho lo que puedo soportar,
de sus ojos color miel
y su gran fragilidad,
que es mucho lo que siento
con sus besos de agua clara
y lo mucho que me da.

Señor usted entenderá
de lo mucho que le quiero,
de mi gran felicidad,
de los juegos compartidos
de las tardes que se van,
abrazados en la lluvia,
correteando sin cesar.

Señor, señor usted perdone,
esas muchas veces que me da,
por besaros
y teneros,
abrazado a esta amistad,
embriagada en el calor,
de dos cuerpos que se juntan
para dar tranquilidad.

Señor disculpe usted,
todas esas osadías
de arroparlo en mi regazo,
de quererle hasta morir,
de mirarle hasta el cansancio,
usted entenderá,
este harto regocijo
de poderle a usted amar.

Señor,
señor mi justiciero,
usted comprenderá,
de estas tardes que le entrego
de esta vida que se va
y se queda en su silueta
que se insiste en mi mirar,
usted
mi señor de los recuerdos,
usted comprenderá
que no puedo proseguir,
sin su dulce realidad.