lunes, noviembre 19, 2018

Espérenme...



Se nubló el cielo y se me apagó el sol temprano; me voy de donde me endulzan los días y se eternizan las albas. Me voy de donde hay dicha, se queda atrás mi calma. Yo era feliz ahí en el centro de la cama, con tu cuerpo entre mi cuerpo; sin premuras, sin demandas. Yo era feliz y me he marchado, me voy y te dejo el alma; arrópala entorno al fuego, dale a beber tus manos.
Espérenme al pie del horno, he de volver a hornear nostalgias; espérenme un par de noches, voy a volver en un instante, voy a volver, no tardo un llanto...


jueves, mayo 14, 2015

Miedo

Vivir con miedo es el producto de haber vivido con pasión, con premura, con arrebato; uno aprende la mesura después de los impactos, de los choques intempestivos contra una realidad ingrata. Se aprende la cadencia de la mesura de los viejos pasos de danzas descoordinadas, con ritmos que nadie fue capaz de seguir, con solos eternos a mitad del escenario. Uno aprende la mesura de los años, los seres cautivos, cautelosos, solitarios; fuimos crisalidas de seres frenéticos y erráticos, fuimos confianza y ahora somos dolor, fuimos alarde y ahora somos temor. 

Tengo miedo a la vida, a los pasos elementales que el promedio ve como el natural discurso de los años, tengo miedo a vivir, a luchar y al fracaso. Tengo miedo de amar a un hombre que después se marche a amar a otra, miedo de elegir sin ser elegida, miedo de gritarle al mundo mi amor y mi elección y después deber admitir en susurros una nueva traición, tengo un miedo  terrible a enlazar dos vidas que después se separen. Tengo pánico de desear un hijo y perderlo, de tener un hijo que se quede sin padre, de criar un hijo que me muestre la espalda. Tengo miedo de no amar lo que hago, miedo de invertirle la vida a vivir por vivir, a ver pasar los años en lugar de disfrutarlos, tengo miedo de morirme en el ciclo cotidiano, de morir sin vivir, de morir sin leer, de morir sin viajar, de morirme en la mísera llama de la mediocridad. Me estoy muriendo de miedo, en el temor se me escurren los años...

martes, noviembre 25, 2014

La madurez

Hoy me arreglé para ti
y no estabas:
peiné mis rizos,
suavicé mis manos,
serené mi rostro;
calenté la cena,
planché tus ropas,
entibié la cama.

Hoy hice de todo para ti
Y no estabas.
Me van alcanzando de a poco los años,
Pisa mis talones la diligente calma,
El cliché de la vida digna,
De la casa recta,
De la gente sabia.

Hoy me fatigué en buscarte amor
Y tú no estabas,
Me pongo el delantal de las horas largas,
De la mujer tersa,
De la dulce amada.

Hoy tenía placeres,
Besos y cariños varios,
Hoy te tenía todo,
Pero tú no estabas.
Toca la puerta,
Está llegando,
Es la madurez tan anunciada.













lunes, junio 02, 2014

Esfuerzos coordinados

El amor es paciencia; no es el impulso frenético, que te adosa con violencia al cuerpo febril de tu contraparte; no es la primera noche, ni los primeros meses, ni la mirada audaz del enamoramiento.

      El amor es lo que vive cuando muere la prisa. Se siente en el silencio y en la espera, en la escucha y en la calidez trémula del abrazo oportuno. Es cierta sonrisa y cierto brillo en unos ojos húmedos, es el deseo que desea más allá de la carne, es la charla que no termina y el silencio que habla, las manos que se buscan y las que juntas trabajan.

       El amor no es inercia ni batalla; es un proyecto de esfuerzos coordinados, a veces es necedad y otras condescendencia; la dosis exacta es siempre dosis-respuesta. 

        El amor es un pecho que se presta de espejo para gozos y llantos, es un espejo de dos vistas que unas veces emula y otras veces refracta; según sea necesario, es mano que guía o pañuelo de lágrimas, fuerza que impulsa o lecho mullido de tiernos descansos.

        Entender el amor lleva muchos años, amar es la máxima sabiduría y como todo lo sabio, se reinventa a diario. El amor es esta perla que te pongo entre las manos, joya que nace de heridas de antaño, joya catarsis, joya labrada. Nuestro amor es estas soledades por la calle, tomadas de la mano.

lunes, mayo 13, 2013

Esperanzas...



¿Qué es lo que espero de ti? ¿Qué cosa podría esperar de ti, hombre claudicante y desierto? Nada hay en ti para darme, nada que no sean estas noches en vela y estas voces en mi cabeza, susurrando preguntas que no tendrán jamás respuesta. Nada hay en tu piel para mí, tu piel de mil corazas y un millar de huellas; tú, piel que es cicatriz con retazos piedra.

Yo quiero darte todo, y no hay dónde quepa en ti mi vida entera. Eres este puño de esperanzas esparcidas en recuerdos; eres cien versiones de un pasado de querellas; cien versiones, sin futuro todas ellas. Yo soy primavera y tú eres invierno, si fueras otoño te daba mis flores para que devores sus pétalos, si fueras verano me quemo en tu fuego, pero, ¿qué hago con la nieve de tu invierno?

Dime qué hacer, gira la ruleta de todos mis deseos, bebe de ellos, dale rumbo a alguno de mis sueños, yo quiero ser la brisa que amaine tus infiernos; quiero serlo todo y voy a ser recuerdo. Estoy que me voy y tú estás que no me dejas. ¿Qué espero de ti? Espero que me pierdas.


viernes, abril 12, 2013

Noches de estas...


Esta ausencia de ti
que me está secando el alma,
estas noches sin ti
esta soledad;
estos diálogos tercos que siempre te mencionan,
estas manos necias que siempre te dibujan,
estos labios secos que siempre te nombran,
esta fiebre mía que arde por ti.

Yo no quiero necesitarte
pero te necesito,
me haces falta en el pan y en el agua,
en la virtud y en el vicio,
me haces falta en la cama,
 te haces hueco en mi alma.

Yo no quiero pedirte
pero te susurro,
estoy aquí sentada
con tu imagen llenando mi sien
con tu verbo escarlata sellando mi tez,
con tu nombre convulso quemando mi ser.

Noches de estas
en que persistes,
noches en que existes
dentro de mi piel,
por encima de mis huesos,
junto a mis entrañas,
plantado en mi esternón.
Noches como estas,
en que eres obsesión.

jueves, mayo 10, 2012

Tres Mayos


El murmullo
de tus pasos que se fueron,
se ha hecho semilla;
 mis manos ya son invierno.
Son tres mayos
sin tu fiebre entre mis penas.

En el cadalso
de tus labios hoy ajenos,
he encontrado noche amarga,
tarde estéril;
en tus brazos,
delirio irrefrenable que no espero,
he dejado días de duelo
y etéreas madrugadas sin consuelo.

La sempiterna
contundencia de tu miedo,
truncó las líneas
que unieran nuestras sendas,
desde entonces somos flores
llevadas por el río,
seres yertos divididos del destino.

En tus ojos de amatista
lejanos y distintos,
naufragó mi balsa,
mi pasado,
 mis designios;
no importó
el mundo prometido.
Fue en tus ojos fieros,
tus ojos fríos,
dolientes, míos;
fue en tus ojos que dejé el bravío,
amor que te tenía.

Son tres mayos
sin tu fiebre entre mis penas.