...¿Acaso hacen falta palabras?...
Estoy atada a la constancia de tu cuerpo,
al devenir de estos meses en los que has sido mi dueño,
a este olor prófugo de tu aliento,
errante en el sendero
trazado de tus labios a mi dermis.
Estoy tornada en una adicta de tus besos,
esclava de tus coqueteos,
de tus miradas que desafían la paz y el tiempo,
de tus manos forjadoras de secretos,
de tu pecho refugio y verdugo en mis titubeos.
Estoy siendo una extensión de lo tuyo,
una versión de lo nuestro,
estoy siendo tú mientras te hago un poco yo,
estoy siendo uno, mientras me convierto en asesina,
mientras mato a sangre fría,
ese dos que nos separa,
que envicia mi nosotros.
Estoy fundida con las noches compartidas,
hecha uno con las estrellas contempladas,
con todas las lunas llenas extinguidas en tus brazos,
con cada soplo helado que arropé en tu cuerpo,
con tus manos trémulas en mi espalda tibia.
Estoy anegada en tu rocío,
en la humedad mutua
de tu pecho contra el mío,
en el temblar irónico
de dos cuerpos entregados a un mismo desafío,
perpleja de regocijo
en tu estrechar las almas,
en tu desear nocivo.
Estoy cautiva en el laberinto de tus juegos,
en cada recodo hallo una caricia,
algún estremecimiento,
en cada pasaje me topo con el peso de tu cuerpo,
con el lento deslizar de tus dedos,
con el resoplar de tu aliento en mi cuello,
con tus brazos aprisionando mi cadera,
con tus manos que hacen de mi cintura lo que quieran,
en cada esquina me topo contigo
y entre más te veo,
más cruel agonizan estas ansias
de librarme del juego...
Estoy,
en ti...
y soy,
enteramente tuya...