lunes, abril 04, 2005

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... Este poema es muy especial para mi, esta vez no tanto por lo que habla sino por lo que representa, es el número 400 de mi ya un poco extensa 'colección' de creaciones jeje, espero que les guste, habla un poco sobre esta etapa que estoy viviendo, lo que dejo atrás y lo que vendrá...

El mundo sobre siete pilares,
este mundo de laberintos y esfinges,
de ruinas cimentadas en arena,
de una vida bajo el yugo de las olas.

El todo es un ciclo de desdenes,
tu eterna lucha fructifica en tus cenizas,
porque el cielo es un espejo de tus miedos,
porque el fuego es un producto de tu empeño.

Siete esfinges y en la punta tu futuro,
a los pies alcatraces de ternura
tributos a un ídolo sin nombre
a las lunas sin refugio y sin descanso.

El entorno una cúpula de ocasos,
un vaivén de las verdades,
los últimos pactos claudicando nuestras vidas,
clausurando los templos erigidos a estos años.

Siete pares de pupilas observando el horizonte,
con cada despertar amanece un nuevo olvido,
al limite de cada iris se derrama un bien distinto,
un ser que surca tangencias por cada comisura.

El contexto es una isla a la deriva,
aunque te marches queda huella de tu estancia,
porque el arte de tu imagen prevalece a los vacíos,
porque la llama que arde al extinguirse deja cicatrices.

Siete estalactitas en un mundo de riveras,
el hielo de las dagas se torna en diamante,
porque lo esculpido por el tiempo florece en sueños,
porque aquellos robles dejaron sus semillas en lo eterno.

El universo y siete soledades,
lo que es hoy estrella menguará mañana en calma,
eres un eclipse y tu cenit son estas ansias,
eres primavera, tu equinoccio conforta y sana,
eres el ocaso, el firmamento dormirá mañana.

Siete perlas en corazas, centinelas del imperio,
a las puertas de un palacio construido en pos de un sueño,
corroído por el mar y sus cinceles,
habitado por imágenes y por espectros,
por espejismos de la flor de lo postrero.

El infinito con su septeto de excepciones,
con los siete linderos de lo eterno,
con siete paneles proyectando firmamentos,
con siete damas vestidas de carencias,
ataviadas de recuerdos,
siete semanas a la espera del silencio
siete semanas y un maremoto que arrase los cimientos.



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