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... De frases definitivas...

Me escurro al escondrijo de tus brazos,
una prensa con toque presidiario,
con dos celdas
y en tus manos el candado,
es un segundo en tu mirada
la carencia de desprecio,
las sobras de tu afecto.

Me escabullo entre tus roces,
sobre un segundo mi dominio,
magistral este reinar,
porque tengo de lo tuyo:
bocanadas de tu aliento
y un poquito de calor,
que si bien no quita el frío,
sí me entibia el corazón.

Me negué hoy de tus labios
un granito del terrón,
del azúcar de tu boca,
de la sal de esta ilusión
y no es bien por resistencia,
es más por resignación,
que una herida que ya es honda
ya no siente más dolor.

Me acuno en el sonido,
de una nota, tal vez dos,
proferida a tu acento,
en el ritmo de tu voz,
cabestrillos para el hueso
ubicado en la censura que rompió tu seducción.

Me infiltro por tus poros,
a distancia de un reojo,
con un metro dividiendo
mi anhelo y mi decoro,
no es que sea mucha mi carencia,
es imperiosa decisión,
que al que tuvo a mal marcharse
no se le deja abierto el portón.

Me acoplo a tus instantes,
al arranque incierto de tu voluntad,
ya por ira, ya en soledad,
con la miel que me embriaga
o ese muro altivo de conformidad,
no marcho detrás de ti, doy vuelta atrás,
que por más que el ave cante
la primavera no escuchará.

Me resigno al eco de tus pasos,
al semblante de tu sombra
al perfil de este historial,
no es que me rinda ante tu orgullo,
la sensatez es un dardo que ha lanzado tu mirar,
que este mundo fue hecho en ciclos
para que nunca pare de girar.