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...Prosiguiendo con las despedidas, pero "Sin decir adiós..."...

Hay lanceros a la espera de mi corazón,
a la puerta del recinto
aguarda una legión,
de emociones, de reveses,
de frases que apaciguan
este monstruo iracundo,
esta bestia de dolor.

No es dureza,
no es que niegue la aflicción
es que callan mis suspiros
con la esperanza en flor,
de que un segundo haga diferencia
entre franqueza y error.

Estoy a punto de un desgarre,
de estas fibras cautelosas
tejidas con tu olor,
con las frases de tus labios
y el silencio de tu voz,
teñidas con tu cuerpo
y ataviadas de ilusión.

Estoy aquí,
con el iris nublado
y esperando un monzón,
que arrase pastizales,
que se lleve todo el verdor,
que surgió de entre tus manos
y mi piel en tu calor.

No quiero hacer tétrico un final
que me juré sería de honor,
pero es certero este lancero
y ha atinado justo al centro
de mi sed de resignación.

De esta paz celeste
con la que te digo adiós,
me acumulo tres suspiros,
un te quiero y mi pasión,
me los callo y doy toque de queda
a cualquier tierna emoción.

Mientras te alejas yo te dejo,
mientras te marchas yo no olvido,
pero me guardo aquí el dolor,
pues de lo tuyo tuve todo:
desde cariño hasta desprecio,
desde mentira hasta ilusión.

Todo ha quedado dicho
y no hay nada por hacer,
por qué no has de marcharte,
para qué he de retenerte,
si tú te has llevado todo
y yo me quedo en posesión,
del adiós definitivo,
de tu alegría y mi dolor.